Las raíces de nuestra comunidad se encuentran en la tradición de las primeras comunidades monásticas del cristianismo, los Padres y las Madres del Desierto. A través del estudio de las vivencias de Juan Casiano, John Main, monje benedictino, recuperó la sencilla disciplina de los monologistos, la oración de una sola palabra.
En 1975 creó un centro de meditación cristiana en Londres donde se reunían los primeros grupos de meditación. Poco a poco se fueron formando nuevos grupos por todo el mundo.
En 1991 constituimos la Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana para dar forma a la comunidad de meditadores que se había ido convirtiendo en un verdadero “monasterio sin paredes.” . Actualmente estamos presentes en más de cien países. Nuestro símbolo, dos palomas subidas al borde de un cáliz, es una antigua imagen que representa la unión de las dimensiones contemplativa y activa de la vida.
El fundamento espiritual de la comunidad lo forman los grupos de meditación que se reúnen cada semana en lugares muy variados como casas particulares, parroquias, universidades, prisiones, empresas y comunidades religiosas. La comunidad comparte la enseñanza de la meditación mediante una red de centros de meditación, cursos, retiros y publicaciones. Además, a través de nuestra comunidad de oblatos y oblatas, mantenemos el vínculo con la familia monacal benedictina, entroncada con la Abadía de Monte Oliveto, en Siena.
Nuestros Pilares
Treinta años después de la fundación de la Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana (WCCM), sentimos que nos encontramos fuertemente arraigados en el mundo y en la tradición que nutre y vivifica el cristianismo actual. Al difundir y diseminar la tradición espiritual contemplativa, colaboramos con la transición de una consciencia egocéntrica a otra transpersonal fundamentada en Cristo. Ayudamos pues a encontrar un significado auténtico y de primera mano en nuestras vidas y contribuimos a atenuar la polarización social dando a conocer un camino que conduce a la esencia común de todo lo que es y existe.
Nuestro trabajo se desarrolla de acuerdo a dos grandes pilares:
- En primer lugar, somos fieles a la simplicidad de la meditación en la tradición cristiana, tal y como nos la transmitió John Main. Paradójicamente, este “camino estrecho” nos ha llevado a una apreciación amplia e inclusiva de las enseñanzas de Jesús.
- En segundo lugar, nuestro crecimiento se nutre de la profunda visión de John Main de que la “meditación crea comunidad”. Anclados en grupos de meditación que introducen y apoyan esta práctica contemplativa, el trabajo de la WCCM se está desplegando en sesenta y siete comunidades nacionales que apoyan grupos locales de meditación cuya experiencia nutre el espíritu de nuestra comunidad global.
Hemos inaugurado recientemente la Abadía de Bonnevaux en Francia, al sur de Poitiers, renovando un antiguo monasterio benedictino fundado en 1119, del que aún queda parte del claustro central. Bonnevaux se ha convertido en la encarnación física de nuestra Comunidad, todo un microcosmo y un punto central de unión.