La conciencia simple no conceptual de la presencia de Dios es parte de la conciencia de un niño. La práctica de la meditación es pues una actividad natural para los niños. La experimentan con agrado dentro de su clase.
Los niños pequeños son meditadores naturales. Disfrutan simplemente de estar con Dios. Así como son felices con sus padres o abuelos prestando atención a un cuento, así también son felices de estar en quietud y silencio en la oración.
No es tanto una cuestión de enseñarles a meditar sino de que nosotros aprendamos de su simplicidad y les ayudemos a mantenerse en contacto con su don contemplativo. Enseñar a los niños a meditar no es sólo darles una práctica espiritual, sino proporcionarles también una habilidad esencial para enfrentarse al mundo que permanecerá con ellos durante toda su vida.
Debido a que la meditación es la base común de todas las tradiciones de sabiduría, puede ser enseñada de manera apropiada a un grupo multi-religioso de niños – como los que existen en la mayoría de los colegios. Esta pluralidad le otorga a la meditación un lugar especial en la armonización de nuestra sociedad multiétnica y multicultura. Es un silencioso y transformador punto de encuentro donde las palabras y los símbolos dejan espacio al silencio como poderoso lazo común de entendimiento.
Los niños de hoy están expuestos a las presiones de los adultos y a las adicciones a las tecnologías desde edades muy tempranas. La meditación simple e inmediatamente les ayuda a hacer frente y sobrevivir a estas fuerzas. Los profesores y profesoras notan los beneficios muy rápidamente en las clases y colegios. La meditación llega a convertirse en parte integral de la experiencia habitual de los niños. Los niños dicen que les gusta meditar en su tiempo libre.
La “historia del silencio” desplegada a través de nuestro trabajo de enseñar meditación a niños en veinte países de la Comunidad Mundial pone de relieve la importancia de la dirección de los centros, el profesorado y los padres y las madres de familia en la transmisión del don inestimable de silencio y quietud en un mundo fragmentado y distraído a través de la sabiduría de la Meditación Cristiana.
Aquí puedes encontrar una práctica sencilla para explicar cómo meditar. Pero se necesita toda una vida para disfrutar de todos los frutos del espíritu donde la experiencia es el verdadero maestro. Para introducir a los niños a la meditación, necesitamos el valor y la confianza para creer, como dijo Jesús, que los misterios del Reino se dan a conocer a los simples.
«Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis; porque de ellos es el Reino de los Cielos.”
Evangelio de San Marcos 10, 14